domingo, 9 de enero de 2011

Gorditas integrales


E
l ser humano es variopinto. No hay dos personas iguales. Unos disfrutan de un peso excesivo, otros son extremadamente delgados. Todos y cada uno tienen casi  siempre una figura que, salvo casos puntuales, mantienen desde la infancia hasta la senectud.
            Ya estamos sintiendo el verano. Durante el año el personal se ha salido de sus casillas alimenticias, y ahora vienen las madresmías. La conciencia, mudo y pertinaz testigo, invita al ayuno más feroz.
            Hay personas que se conforman con su físico y les da igual kilos más o kilos menos, pero otras que observan el aumento de su cintura y el repuntar de sus michelines, quizá piensan culpablemente :¨Que me quiten lo bailao”, pero inician de inmediato su cuaresma particular y se ponen casi a pan y agua, machacando a su metabolismo hasta límites insospechados. Sin querer pecar de machista, ni mucho menos, aprovecho la coyuntura para comentar sobre  la obesidad y la delgadez del sexo femenino, tema estrella de conversación y consulta entre ellas. Una cosa es la actitud intransigente ante la obesidad, problema médico importante que perjudica la salud y que va a ser el azote del siglo XXI si no se le pone remedio –cada día hay niños y niñas más gordos -, y otro el luchar contra los kilos hasta el extremo de la delgadez, anoréxica y bulímica, que machaca al hígado y pone al metabolismo como unos zorros.
            La mujer con tendencia al redondeo, si no se pasa, siempre estará mejor así, que si cae en la delgadez, cosa que no le corresponde por su naturaleza. No vamos a volver a las tendencias del Renacimiento, cuando los pintores presentaban figuras femeninas casi con obesidad, como modelo de la realidad de la época, ni tampoco caer en el tópico más cercano de nuestra guerra civil, cuando la exuberancia era sinónimo de salud y poder social, después de las muchas privaciones habidas durante la contienda. Hay que hacer un cántico a las que se reconocen gorditas en contraposición a las de tallas mínimas, tipo Barbie o modelos que desfilan en las presentaciones de la moda.
            Nuestras niñas tienen que recibir un ejemplo que les marcará el futuro. En general, luchando siempre con los extremismos, cada uno debe convivir con su figura. Lo contrario será falsear sus características propias, cosa que no conduce a nada bueno.
            Hasta la próxima.
El Faro, lunes 29 de mayo de 2006.

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